Esta obra es todo un peligro. Al menos, para mí. Acabo de iniciar su lectura y, a medida que avanzo en ella, tiemblo.
Hace algún tiempo, tras leer otro trabajo de este autor, CORRUPTA ROMA, fui tan impactado por lo que en él estudié que me embarqué en una novela de porte: MÁS TEMIBLES QUE ANÍBAL. Sabido es que ni literatura es un ejercicio ciclístico, pues chupo rueda de los historiadores cuyo trabajo me inspira. En este caso era la represión de las seguidoras de Baco en la roma republicana el tema de mi obra, entresacado del mar de datos de Corrupta Roma.
Lo que no suponía era que, al mismo tiempo, Pedro Ángel Fernández Vega escribía su propia novela: BACANALIA, en la que trataba el mismo tema.
La mía salió unos meses antes y la colgué a disposición del público en Amazon, pues mi editorial le dio la espalda; nada hice por promocionarla y ahí quedó, para evitar la maldición que llevan consigo las obras guardadas en el cajón. Es muy probable que cuando termine con la promoción de «Cantábrica», me dedique a «Más Temibles que Aníbal» en cuerpo y alma.
Admirado quedé cuando descubrí que mi historiador de referencia había trabajado desde su sombra los mismos materiales que yo.
Lo sorprendente de la comparación entre estas dos novelas es cómo dos autores que basan su ficción en la misma fuente, que escriben sobre los mismos hechos y que se mueven por la misma nube histórica han podido componer trabajos tan diferentes. La obra de él mucho más documentada y minuciosa con la realidad histórica, la mía, quizá, más libre, lo que resulta lógico dadas nuestras respectivas formaciones: él historiador y arquélogo, yo mero poeta.
Mi recomendación a quien quiera acercarse a la terrible represión de las bacantes y a las revueltas femeninas en tiempos de los Escipión es que lea las dos novelas: BACANALIA y MÁS TEMIBLES QUE ANÍBAL, empezando por la primera para mejor centrarse.
Ahora con HISTORIA DE ROMA, ORÍGENES en la mano, compruebo la excelencia de este autor en un texto de marcado carácter divulgativo. Hay que leerla con sillón y copetín al lado e imaginar que se está escuchando la narración de un viejo profesor de historia al lado de la lumbre. Ahora echo en falta haber dejado de fumar en pipa.
Los ensayos de Fernández Vega se leen como novelas. Sus novelas son tan sólidas como sus ensayos.
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