Sobre dónde estaba el Vindio
he leído y oído respuestas de lo más curioso. Así, Sojo y Lomba, que era
militar, estudió la configuración de la Bahía de Santander, midió la distancia
perimetral de la falda de Peña Cabarga y vio factible que allí se hubiera establecido
un cerco, oteó desde su cima el hipotético escenario de un pueblo perseguido,
refugiado en su pequeño cordal y llegó a la conclusión de que ese monte costero
fue el Vindio, y así lo plasmó en Ilustraciones de Trasmiera, incluso llegó a
decir que el mismo topónimo "Cava-Arga" hacía referencia a zanja.
Pero, más extravagante fue lo que escuché en Santoña y lo
que decía algún ilustrado de Escalante del siglo pasado. Según esta versión
local el desembarco romano, que se produjo como es natural en Santoña, en realidad
tuvo lugar en Argoños, en el barrio
marinero llamado Ancillo. Sostenían estos informantes que el nombre del pueblo
provenía de Ancio el Joven, Ancillum, que era el almirante de la flota que
desembarcó en la retirada cántabra, el hijo de Ancio, Ancio JR, como si
dijéramos ─asunto que jamás pude confirmar por mucho que investigué─. Luego,
los romanos batieron la costa empezando por las marismas, vencieron a los
cántabros, que pertenecían a la tribu de los "arigones", de ahí el
topónimo Argoños, y atacaron una posición elevada, ya en el municipio actual de
Escalante, un lugar al que llaman "Los Fachos", nombre que, según los
lugareños hace referencia a hechos de guerra. Allí se habrían refugiado los
cántabros y aquel montículo, más altozano que otra cosa, pues no pasa de los setenta
metros de altura, si llega, fue el mítico Vindio. No cabe duda de que estos
paisanos eran expertos en atar cabos sueltos de la Historia.
Lo curioso de la versión escalantina es que, en efecto, en
ese paraje de los Fachos pudo haberse dado un encuentro armado en la
antigüedad, pero achacable a los moros, según cuentan ciertas crónicas árabes citadas
por Claudio Sánchez Albornoz en su Historia de España, respecto a una incursión
del general Hakín, en tiempos de Almanzor, que lanzó la caballería por la linde
de la marisma aprovechando la marea baja y se enfrentó a los paisanos en esa
elevación, en los Fachos. Curioso asunto el del encubrimiento de una derrota con
el glorioso envoltorio de la resistencia cántabra en el Monte Vindio, además,
una derrota a manos de los moros, nada menos, ¿no decían que por aquí no
llegaron jamás las hordas agarenas?
Extravagancias aparte, lo que sostienen las fuentes es que,
según Floro, «Primeramente se luchó contra los cántabros bajo las murallas de
Bérgida. De aquí huyeron inmediatamente al Monte Vindio, muy alto, adonde
pensaban que habían de subir las olas del mar antes que las armas de Roma». Y,
según Orosio, «Entonces, al fin, los cántabros, habiendo trabado gran combate
bajo las murallas de Attica y vencidos, huyeron al Monte Vinnio, muy seguro por
naturaleza, en donde perecieron casi todos por el hambre del asedio». En ambos
casos según traducción de Eutimio Martino.
Pero, ¿qué entendían los romanos por Monte Vindio? Según
algunos, llamaban así a la cordillera Cantábrica toda. Según otros, a los Picos
de Europa y, según se deduce del texto de Floro, también a una elevación
natural del terreno de difícil acceso, es decir, a un monte concreto en el que
se refugiaron los supervivientes de Bérgida. Y en este sentido, creo, hay que
tomar las referencias históricas, pues sólo un monte o una zona geográfica
concreta puede ser sujeto de cerco. Los romanos eran buenos militares, pero sitiar
todo el perímetro de los Picos, sería posible quizá para la Otan, pero para los
romanos, no sé, difícil.
Lo que sí queda fuera de toda duda es que Vindio significa
blanco en lengua céltica.
Eutimio Martino sostenía que habría que buscar en Liébana,
pues el topónimo provendría de Lavinia, la Vindia, interpretación que parece un
tanto forzada. Más sensata suena la opinión de Joaquín González Echegaray,
quien en «Los Cántabros» sostuvo que en algún lugar de la cordillera cantábrica
habría que buscar al Monte Vindio, desde Valdecebollas a Curavacas, pasando por
Peña Prieta.
En este punto del debate, aparecen nuestros arqueólogos,
esos que hacen hablar a las piedras. En el año 2004 fue descubierta la
estructura defensiva romana del Pico Robadoiro, muy cerca del Puerto de San
Glorio. En 2021, José Ángel Hierro Gárate descubrió otras cercanas estructuras
defensivas romanas, las del monte Vistrió. Y, para remate, en el 2014, este
mismo investigador descubrió la estructura militar de Castro Negro.
Tres campamentos romanos de alta, de altísima montaña. Y los
investigadores se preguntaron, y nosotros nos preguntamos y cualquiera se
pregunta ¿qué caramba podían hacer los romanos encaramados a aquellas altas cumbres?,
¿controlar los pasos de montaña?, ¿cercar a algún contingente enemigo?, ¿ambas
cosas? Además, queda fuera de toda duda que eran estructuras correspondientes a
los tiempos de las Guerras Cántabras.
Y, no podemos evitar seguir haciéndonos preguntas: si
tenemos los campamentos romanos implicados en un cerco de alta montaña, ¿no
estaría próximo el lugar donde residían los cercados? Queda claro que sería
algún monte, o zona, dentro del macizo de Peña Prieta, pero ¿tan difícil sería
de localizar?
Pues sí, difícil en extremo sin dinero, sin inversión, sin
autorización de proyectos. Más que difícil, imposible. Y así están las cosas,
todo parado por falta de voluntad política o administrativa, o de ambos
niveles, en seguir tirando del hilo de estos descubrimientos.
Aquí podría acabar este artículo, pero no nos resistimos a referir
los comentarios que hace el mismo José Ángel Hierro Gárate en relación con la
cita de un paraje, el Monte Vindoey, en el Libro de la Montería, de Alfonso XI,
que se correspondería con el actual Bostruey, prácticamente colindante al
campamento de Vistrió, y equidistante de los de Robadoiro y Castro Negro. ¡Vindio
y Vindoey, qué similitud fónica!
Quizá por esta zona habría que empezar a buscar cuando en
alguna ocasión afluyan fondos públicos para localizar la ubicación del mítico
Vindio. ¿Cuándo sucederá tal cosa?, ¿a quién le interesa este asunto?... Pero,
a ver, ¿me dices que por esos montes anduvieron los romanos?, ¿Sí?, pues mira,
miarma, sevillanas bailamos en Santander los cristianos, ¡arsa, tocotó!
Por cierto, escuché decir a Ángel Ocejo, en una conferencia a
la que asistí en Los Corrales ─el cual
se hallaba entre el público─ que hay en ese macizo de Peña Prieta un monte algo
sospechoso de ser el Vindio. Se llama Espigüete, y es blanco por su piedra, no
por la nieve. Me quedé con la copla y aquí se la canto.
He ido recorriendo tu texto con el google maps abierto ¡Todo un viaje!
ResponderEliminarAhora te toca subir a esos montes. Seguro que los dioses te susurrarían al oído.
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