lunes, 21 de julio de 2025

LOCALIZANDO EL VINDIO

 



Sobre dónde estaba el Vindio he leído y oído respuestas de lo más curioso. Así, Sojo y Lomba, que era militar, estudió la configuración de la Bahía de Santander, midió la distancia perimetral de la falda de Peña Cabarga y vio factible que allí se hubiera establecido un cerco, oteó desde su cima el hipotético escenario de un pueblo perseguido, refugiado en su pequeño cordal y llegó a la conclusión de que ese monte costero fue el Vindio, y así lo plasmó en Ilustraciones de Trasmiera, incluso llegó a decir que el mismo topónimo "Cava-Arga" hacía referencia a zanja.

         Pero, más extravagante fue lo que escuché en Santoña y lo que decía algún ilustrado de Escalante del siglo pasado. Según esta versión local el desembarco romano, que se produjo como es natural en Santoña, en realidad tuvo lugar en Argoños, en el  barrio marinero llamado Ancillo. Sostenían estos informantes que el nombre del pueblo provenía de Ancio el Joven, Ancillum, que era el almirante de la flota que desembarcó en la retirada cántabra, el hijo de Ancio, Ancio JR, como si dijéramos ─asunto que jamás pude confirmar por mucho que investigué─. Luego, los romanos batieron la costa empezando por las marismas, vencieron a los cántabros, que pertenecían a la tribu de los "arigones", de ahí el topónimo Argoños, y atacaron una posición elevada, ya en el municipio actual de Escalante, un lugar al que llaman "Los Fachos", nombre que, según los lugareños hace referencia a hechos de guerra. Allí se habrían refugiado los cántabros y aquel montículo, más altozano que otra cosa, pues no pasa de los setenta metros de altura, si llega, fue el mítico Vindio. No cabe duda de que estos paisanos eran expertos en atar cabos sueltos de la Historia.

         Lo curioso de la versión escalantina es que, en efecto, en ese paraje de los Fachos pudo haberse dado un encuentro armado en la antigüedad, pero achacable a los moros, según cuentan ciertas crónicas árabes citadas por Claudio Sánchez Albornoz en su Historia de España, respecto a una incursión del general Hakín, en tiempos de Almanzor, que lanzó la caballería por la linde de la marisma aprovechando la marea baja y se enfrentó a los paisanos en esa elevación, en los Fachos. Curioso asunto el del encubrimiento de una derrota con el glorioso envoltorio de la resistencia cántabra en el Monte Vindio, además, una derrota a manos de los moros, nada menos, ¿no decían que por aquí no llegaron jamás las hordas agarenas?   

         Extravagancias aparte, lo que sostienen las fuentes es que, según Floro, «Primeramente se luchó contra los cántabros bajo las murallas de Bérgida. De aquí huyeron inmediatamente al Monte Vindio, muy alto, adonde pensaban que habían de subir las olas del mar antes que las armas de Roma». Y, según Orosio, «Entonces, al fin, los cántabros, habiendo trabado gran combate bajo las murallas de Attica y vencidos, huyeron al Monte Vinnio, muy seguro por naturaleza, en donde perecieron casi todos por el hambre del asedio». En ambos casos según traducción de Eutimio Martino.

         Pero, ¿qué entendían los romanos por Monte Vindio? Según algunos, llamaban así a la cordillera Cantábrica toda. Según otros, a los Picos de Europa y, según se deduce del texto de Floro, también a una elevación natural del terreno de difícil acceso, es decir, a un monte concreto en el que se refugiaron los supervivientes de Bérgida. Y en este sentido, creo, hay que tomar las referencias históricas, pues sólo un monte o una zona geográfica concreta puede ser sujeto de cerco. Los romanos eran buenos militares, pero sitiar todo el perímetro de los Picos, sería posible quizá para la Otan, pero para los romanos, no sé, difícil.

         Lo que sí queda fuera de toda duda es que Vindio significa blanco en lengua céltica.

         Eutimio Martino sostenía que habría que buscar en Liébana, pues el topónimo provendría de Lavinia, la Vindia, interpretación que parece un tanto forzada. Más sensata suena la opinión de Joaquín González Echegaray, quien en «Los Cántabros» sostuvo que en algún lugar de la cordillera cantábrica habría que buscar al Monte Vindio, desde Valdecebollas a Curavacas, pasando por Peña Prieta.

         En este punto del debate, aparecen nuestros arqueólogos, esos que hacen hablar a las piedras. En el año 2004 fue descubierta la estructura defensiva romana del Pico Robadoiro, muy cerca del Puerto de San Glorio. En 2021, José Ángel Hierro Gárate descubrió otras cercanas estructuras defensivas romanas, las del monte Vistrió. Y, para remate, en el 2014, este mismo investigador descubrió la estructura militar de Castro Negro.

         Tres campamentos romanos de alta, de altísima montaña. Y los investigadores se preguntaron, y nosotros nos preguntamos y cualquiera se pregunta ¿qué caramba podían hacer los romanos encaramados a aquellas altas cumbres?, ¿controlar los pasos de montaña?, ¿cercar a algún contingente enemigo?, ¿ambas cosas? Además, queda fuera de toda duda que eran estructuras correspondientes a los tiempos de las Guerras Cántabras.

         Y, no podemos evitar seguir haciéndonos preguntas: si tenemos los campamentos romanos implicados en un cerco de alta montaña, ¿no estaría próximo el lugar donde residían los cercados? Queda claro que sería algún monte, o zona, dentro del macizo de Peña Prieta, pero ¿tan difícil sería de localizar?

         Pues sí, difícil en extremo sin dinero, sin inversión, sin autorización de proyectos. Más que difícil, imposible. Y así están las cosas, todo parado por falta de voluntad política o administrativa, o de ambos niveles, en seguir tirando del hilo de estos descubrimientos.

         Aquí podría acabar este artículo, pero no nos resistimos a referir los comentarios que hace el mismo José Ángel Hierro Gárate en relación con la cita de un paraje, el Monte Vindoey, en el Libro de la Montería, de Alfonso XI, que se correspondería con el actual Bostruey, prácticamente colindante al campamento de Vistrió, y equidistante de los de Robadoiro y Castro Negro. ¡Vindio y Vindoey, qué similitud fónica!

         Quizá por esta zona habría que empezar a buscar cuando en alguna ocasión afluyan fondos públicos para localizar la ubicación del mítico Vindio. ¿Cuándo sucederá tal cosa?, ¿a quién le interesa este asunto?... Pero, a ver, ¿me dices que por esos montes anduvieron los romanos?, ¿Sí?, pues mira, miarma, sevillanas bailamos en Santander los cristianos, ¡arsa, tocotó!

         Por cierto, escuché decir a Ángel Ocejo, en una conferencia a la que asistí en Los Corrales  ─el cual se hallaba entre el público─ que hay en ese macizo de Peña Prieta un monte algo sospechoso de ser el Vindio. Se llama Espigüete, y es blanco por su piedra, no por la nieve. Me quedé con la copla y aquí se la canto.

2 comentarios:

  1. He ido recorriendo tu texto con el google maps abierto ¡Todo un viaje!

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    1. Ahora te toca subir a esos montes. Seguro que los dioses te susurrarían al oído.

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