Cantábrica, la Gran Epopeya del Solar Cántabro es una obra épica. En ella se reconstruye la mitología cántabra en formato literario a partir de la comparación de mitos, concepciones religiosas, restos arqueológicos y referencias de las fuentes sobre el marco general en el que se integraron los pueblos cántabros antes de la invasión romana. Se cuenta en ella con restos mitológicos fosilizados en el folklore, con dioses probables, con sus auxiliares, con seres feéricos que transitan por bosques y montañas, cuya voz puede escucharse aún en el silencio del actual németon cántabro. Se ofrece una idea mitológica global, completa, compacta y redonda. En ella se expone el pensamiento religioso, heroico y las costumbres de los pueblos que se asentaron en el Solar Cántabro. Se pretende ir mucho más allá del concepto de mitología para mero consumo infantil. Panteón Cántabro busca ser un referente de dignidad, una vitamina para el espíritu libre de quienes aman a su tierra.
Consta la obra de tres tomos. En el primero, CÉLTICA CÁNTABRA se da cuenta, con criterios técnicos, del porqué de cada inserción divina en el Panteón. El segundo tomo, TIEMPOS DEL HIERRO, es un recorrido por setenta y un emplazamientos arqueológicos recreados justo en el instante anterior al conflicto con Roma, en una carambola imaginativa que mezcla todo tipo de mitemas, y que sirve para unir geografía, mito y costumbres. En el tercero son los propios dioses con su particular versión los que cuentan la historia de las GUERRAS CÁNTABRAS. También en este último tomo se insertan unas METAMORFOSIS CÁNTABRAS, al estilo de las de Ovidio, con una visión completa y literaria de la cosmogonía, teogonía y teomaquia cántabras. Al final se añade una CODA POÉTICA, pues de una epopeya estamos hablando.
Durante más de mil páginas desfilarán 136 dioses y seres míticos, y también 105 personajes secundarios; se contarán más de cien leyendas del acervo común indoeuropeo debidamente cantabrizadas; se visitarán a caballo del tiempo más de 70 yacimientos arqueológicos, pero en su antiguo ser, castros de hace dos mil años; se posará la mirada sobre 150 bellos lugares que aún perduran en nuestro paisaje; se describirán más de 30 ritos ancestrales y se insertarán más de 250 imágenes, entre fotografías y esquemas.
Se trata de una obra, en fin, épica, y como tal, de exaltación de un pueblo que supo amar a su tierra. Otros pueblos hubo y hay que defendieron y defienden sus solares con igual tesón que los antiguos cántabros, pero la memoria de estos les vendrá bien a los nuevos cántabros, homines ad servitutem paratus, gentes predispuestas a la esclavitud, como diría Tiberio refiriéndose a los senadores de Roma. Cantábrica es todo un reconstituyente de amplio aspecto contra la modorra intelectual del tiempo presente, una catedral gótica del pasado para contemplar los tiempos que murieron y las ruinas, que también murieron con ellos.
En definitiva, una mitología de Cantabria de corte tolkeniano y una historia de las Guerras Cántabras —mito fundacional—, como nunca se han contado.
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